Peso, volumen, permanencia, solidez… son conceptos vinculados a lo que entendemos tradicionalmente por escultura que no encontramos en la obra de Tom Carr la cual ensalza el equilibrio inestable, lo ingrávido, lo etéreo, lo inmaterial, …no se mantiene pasiva, se desplaza, transforma ámbitos, sugiere entornos y crea sensaciones visuales efímeras.

Para ello se vale de recursos como el movimiento o la luz, el color, la caligrafía espacial, la forma virtual. Lo que valora el artista a la hora de definir proyectos como éste, en el que se presentan obras inéditas de gran calado, es la capacidad de visualizar la idea, transformar el espacio, configurar un ambiente mental y suscitar una “sensación” (percepción, evocación, emoción) una experiencia participativa, estética y poética capaz de calar en la sensibilidad el espectador.

Tom Carr da una vuelta de tuerca al concepto de levedad y de minimización que la escultura ha sufrido desde la época de las vanguardias situándola al borde de su ausencia física, de sus límites, a partir de una inusual economía de medios. No se interesa por lo firme y permanente sino por lo dinámico, cambiante, frágil e ilusorio (y fugaz como el propio pensamiento), de ahí que su modelo en la naturaleza pueda ser una minúscula medusa, pero también la nube, el junco, el relámpago o el trazo que describe el vuelo de un insecto.

En el estado actual de su evolución hacia la desmaterialización de la escultura el artista ha querido titular la exposición con el nombre de una medusa. De alguna manera se ha sentido inspirado por la “Turritopsis”, un minúsculo hidrozoo que ha revolucionado el mundo de la biología por su insólita capacidad para revertir su proceso vital y regenerarse indefinidamente.

La pequeña medusa apenas tiene una forma definida, es evanescente, pero tiene colores vivos dentro de su cuerpo transparente y luminoso, es vulnerable pero posee esa capacidad de regeneración continua ante situaciones adversas, de perpetuarse sin fin y de readaptarse a cualquier lugar. Ciertamente existen conexiones de tipo metafórico con la obra del artista, con sus preocupaciones conceptuales y con esa alusión a los imprecisos límites de la escultura, su fragilidad, nomadismo y su capacidad constante de renovación, readaptación y cambio.